"La vida es demasiado fabulosa, para ser fabulada"
Dominique La Pierre



sábado, 22 de enero de 2011

Enamorada del amor

La primera vez que me enamoré, tenía unos tres año o quizá cuatro, era de tarde y hacía un poco de frío. Lo recuerdo con claridad absoluta. La mami había ido a casa de la "amiga de una amiga", a pasar la tarde tomando cafe, intentando aprender a tejer y deshilando chismes. La "amiga de la amiga" de mi madre que ofreció su sala para la reunión, tenía una casa encantadora muy Uruapense, ahí en Manuel Ocaranza, como a media cuadra de la Camisería Trejo.

Un portón de madera de doble hoja, remachado con enormes clavos de hierro barnizados, como se usa en el estilo colonial Michoacano, era el acceso a un corredor ancho pero corto adosado de paredes encaladas, antesala del inconfundible patio sevillano que es el centro de casi todas esas casas. Haciendo marco a este patio se extendía el portal que daba paso a las habitaciones, y como ésta era una casa rica, las columnas tenían base de cantera rosa y el piso del portal era de piedra pulida barnizada.

La primera habitación, la que daba a la calle, era la destinada para la sala, lugar de reunión de las señoras ese día. Ninguna llevaba niños, todas tenían ya hijos mayores, mi madre era la única que seguía pastoreando esquincla y la pobre esquincla se aburría letalmente en medio de tanto estambre, tanta aguja y tanto chisme. Así que la dueña de la casa, me invitó a pasar a la sala de tele para que viera caricaturas y me aburriera un poco menos. Sólo los hijos únicos sin primos coetaneos como yo, pueden entender lo interminables que son las tardes con tele o sin ella, cuando no hay con quien pelear o de perdiz con quien jugar. Los que lo saben, entenderán que yo simplemente transporte mi aburrimiento del cuarto de las arañas tejedoras, al cuarto de la máquina parlante. Lo bueno fue que esta habitación tenía dos ventanas, una al patio que estaba lleno de azaleas y anturios y otra a la huerta que se encontraba en la parte de atrás de la casa. Una huerta con unos fresnos altísimos que cantaban según el viento les dictara partitura.

Decidí distribuir el tiempo, un rato tele, un rato ver al patio y otro rato a la huerta. Cuando me cansaba de contar los tonos de verde de los frutales de la huerta, desandaba el camino volviendo la vista al patio y de nuevo a la tele. Y fue justo en una de esas desandadas que ví pasar al hijo de los dueños de la casa.  Caminaba con calma y tenía el rostro sonriente. Cuando me vio con la nariz embarrada en la ventana, acercó su mano, la pellizcó a través del vidrio  y me guiñó el ojo mientras seguía andando llevándose de paso mi infantil corazón enamorado.

Salí de la habitación para seguirlo pero el laberinto de puertas que era aquella casa se lo había tragado sin dejar rastro. Yo que era una chiquilla valiente, no me dí por vencida y decidí pegar el oido a todas las puertas del portal hasta encontrar a mi "Garu". Las recorrí una por una, habrán sido más de doce: Agucé el oído, empujé las que estaban abiertas, me agaché para ver por la ranura de las que estaban cerradas, mas nunca encontré nada. Había llegado ya a la primera habitación, la boca me temblaba y las lágrimas me inundaron la mirada. Una de las señoras me vio llorando en la puerta de la sala y mi madre se me acercó angustíada pensando que algo me había pasado.

- No está- le decía yo con la voz entrecortada- ya no está.

Cada una de las asistentes fue tejiendo su conclusión bombardeandome a preguntas:

- ¿Qué no está ?  Tu muñeca nena
- ¿Perdiste tu paleta?
- ¿Estabas jugando con el gato y se escapó?
- ¿No está tu caricatura en la tele, bonita?
- ¡Dime qué no está por favor criatura!- Concluyó mi madre irritada por la intriga.
- El muchacho- contesté- ya no está el muchacho.

Como nadie había visto al joven en cuestion entrar ni salir, seguían sin comprender a lo que me refería, sólo la dueña de la casa supo que hablaba de su hijo.

- ¡Ah! está buscando a Arturo que vino por unos papeles y salió de inmediato.

Las señoras soltaron sonora carcajada y esta pobre esquincla supo en una hora lo que era sentirse enamorada, despechada y humillada.

Sin embargo, el bochorno público y abrupto, no fue tan impactante como aquella sensación maravillosa de estar volando que provocaba el flechazo... Lo recordé hace un par de días cuando publiqué en mi FB una cita de Milán Kundera dando pretexto a Shey para desenmascararme una vez más:

-Tú estás enamorada del amor- me comentó.

Nada más cierto, si bien los seres que me han robado el aliento han sido mágicos, incluso aquel primer desconocido veinteañero que conocí a los tres, la realidad es que ninguno ha sido tan grandioso como esa maravillosa experiencia. Ya lo dijo Barbra Streisand en un fragmento de la película "The mirror has two faces", mientras daba una catedra de la literatura romántica cortesana. El amor romántico es en sí mismo una tragedia, un remolino de pasiones que a menudo nos lleva a comenter locuras, nos pone en desgracia, incluso puede llevar a la muerte. ¿Por qué un ser pensante podría querer exponerse a tal riesgo sin sentido?... Muy simple, ¡porque se siente endemoniadamente grandioso!  O no?



domingo, 9 de enero de 2011

Pateando loncheras

Este viernes, después de celebrar el día de reyes con mi equipo de trabajo y de definir los objetivos del 2011, me uní a la fiesta con G y M a quienes se les había encomendado la tarea de compensar a L por la fiesta de fin de año perdida.

Así es, a L no se le permitio ir a la playa a ver el amanecer primero del 2011, pues su padre considero que G, la hermana de L y esta Chiu tan linda, no eramos dignas de confianza para encomendarnos a su princesita adolescente.  La pobre chiquilla, se fue a casa muy decepcionada por lo que G decidió, encontrar la forma de darle a L su fiesta de "No Año Nuevo". La idea era sacar a L a disfrutar de la vida nocturna cancunense, custodiada por su inteligentísima hermana, la ocurrente M y yo.

Escogimos como destino, un canta bar llamado Dubai, en el que se reune toda la chaviza de esta selva viperina, motivo por el cual, cuando a algún adulto contemporáneo como nosotros, se le invita a ir al Dubai, suele poner cara de sólo si no queda más remedio, pues a estas alturas, a nadie nos gusta, ir a patear loncheras, dicho empleado para especificar que anda uno bailando, entre pubertos imberbes. Para ser honesta, a mí no me entusiasmaba mucho la idea pues estar entre tanta jovencita modelo, me resulta incómodo y humillante, pero L se merecía pasar una noche divertida y M consiguió las entradas gratis, así que decidí esforzarme por disfrutarlo. Después de todo, esa noche marcaba el final de una semana de gran desconcierto y desgaste, dada mi último desbalance sentimental. La idea entonces era bailar, tanto como pudiera, así comenzó una ronda de rumba muy particular.

El Regular´s Lover

Una de las grandes ventajas de la era moderna, es no necesitar pareja para bailar y ponerte de buen humor al ritmo que te lleve la música, ventaja de la que hice uso por la primer hora y media de la velada. Así que ahí estaba yo, muy feliz bailoteando en el vestido negro que había comprado para recibir al "susodicho" que no llegó, muy pegado para que se noten los efectos de la dieta, con bordado rocakrolero pero de falda en A por encima de la rodilla, para sentirme absolutamente libre. De repente sentí una mirada clavada con mayor insistencia, acompañada de una voz de patán ebrio que decía:
- Sí es regular, muy regular, completamente regular de hecho.
Entorné la mirada y vi a dos tipos que me examinaban con detalle, a sólo cinco pasos de mí. El más bajo me buscaba la mirada al tiempo que escuchaba al amigo alto que tras escanearme, dictaba su diagnóstico: "Muy regular".
Sentí una mano  sobre mi brazo y vi que se trataba del tipo bajo que había consultado a su amigo patán. Al parecer lo regular le agradaba y me invitaba a bailar con él. Pero como yo soy una freak lover y lo regular no me convence demasiado, decline la invitación con una fresca sonrisa y me situé fuera de su alcance.

Lucca

El pobre muchacho italiano, procedente de Rímini, una hermosa ciudad al norte de la península mediterránea, cuyas orillas se bañan con las frías aguas del mar Adriático, nunca imagino que su aventura por un antro de la ciudad de Cancún, le dejaría tan amargo sabor a derrota. Lucca tiene unos veintisiete años, es corto de estatura, de cuerpo bien formado sin llegar a ser deslumbrante, ojos claros y cara de niño. Esta última cualidad, se convirtió esta noche en el motivo de su desgracia.

L llegó a Cancún tras romper con su novio, quien no ha manejado caballerosamente el rompimiento, por lo tanto, G y yo hemos ideado la forma de ponerle al chámaco un estate quieto, o al menos darle unos calambres. La idea era simple, encontrar un chico guapo con quien fotografiar a L para poner las fotos en el FB y de ahí, pues dejar que se desgrane la historia. Finalmente todos los machos son iguales, les gusta abandonar los territorios conquistados para saborear las mieles de nuevas victorias, pero odian en el alma que otro llegue e invada, lo que en su territorial mente, creen que les pertenece.

G lo escogió. L lo aprobó y M con su particular desparpajo, se acercó y le explicó el plan al pobre Lucca. Este accedió de buen grado y la sesión fotográfica inició. Tras unas cuatro tomas, agradecimos al chico su gentileza y M se puso a bailar con él.  Lucca se sintió halagado por la atención que M le prestó y entusiasmado, quiso contarle a nuestra ocurrente amiga, todo lo relacionado con la historia, cultura y política de su ciudad natal. Como la música era alta, Lucca hacía la reseña, pegando su boca al oído de M para que ésta no perdiera detalle. La chica intentó cortarle la platica gentilmente un par de veces empezando con mayor energía el baile, cada nueva rola, pero sus esfuerzos fueron inútiles. El oído le punzaba de tanta palabrería y la paciencia agotada, la hacía hacer bizcos. G y yo nos moríamos de la risa, pues por andar de coqueta, se había ensartado en un laberinto sin salida, pero ya después de reírnos suficiente, decidí salvarla de su martirio y haciendo alusión a mi fluidez con la lengua italiana, empecé a hablar con Lucca o mejor dicho, a prestarle mi oído para que él me hablara a mí, de las cuantiosas maravillas de su tierra. Sin embargo, mi oído también empezó a zumbar y mi paciencia también se agotó haciéndome torcer la mirada hacia M, a quien le prometía matarla en cuanto el martirio terminara. Ella se reía mucho pero me hizo una seña, con la que prometía rescatarme. Pocos segundos después, una mano me tomo por el codo y escuche una voz que le decía a Lucca:
- Lo siento pero tenemos que bailar
El brazo maestro me sacó del sitio en el que estaba y el pobre italiano, se quedo solo en la mesa, buscando en G a su siguiente presa, pero mi querida amiga michoacana no se anda con medias tintas, y simplemente le dijo que no con la mano y fue categórica con un definitivo - Ni se te ocurra-
De reojo lo vi alejarse con cara de desencanto y ser tragado por las luces de neón de nuestro antro.

Ceniciento

Es ritual habitual para una mujer soltera, especialmente una que desea sacudirse amores pasados, llegar a un club y recorrer con la mirada su alrededor para evaluar las posibilidades. En este caso yo no fui a excepción. En el recorrido de mi mirada situé a un trío de cabroncitos fresas, muy bien formados, mejor vestidos y mayores de edad, por no decir contemporáneos. (Recordemos que era un bar de pubertos). Siempre he sentido debilidad por los cabrones pero si los veo muy blofferos los descarto de inmediato y este fue el caso.

Como segunda opción, mi radar detecto a un par de rockers típicos: Camiseta negra, collar de cuero con colguije étnico, jeans cuidadosamente seleccionados, al menos 10 horas de gimnasio semanales y cabello rapado. Excelentes opciones de no haber sido por la edad, pues a todas luces se veía que les estaría llevando unos 7 años y consagrarme como "Cougar" o asaltacunas, nunca me ha apetecido.

Estaba ya casi resignada a dejar por la paz el escaneo, cuando otros dos de mis estereotipos se perfilaron ante mis ojos: Un canoso cuarentón cara de pícaro y un flaco correoso de mirada incisiva. Exacto, las canas me gustan, los "flakos" también y las miradas pícaras o incisivas despiertan mi curiosidad inmediata. Los objetivos estaban localizados ahora no quedaba más que disfrutar la noche y dejar que el contacto visual ocurriera, o lo que es mejor, que M entrara en acción y los trajera hacia a mí en el momento preciso.

El flaco, a quien llamé ceniciento, llegó  a invitarme a bailar por intercesión de M, a la que no se le ocurrió mejor manera de rescatarme de las garras lingüísticas de Lucca, que decirle a Ceniciento que a mí me había gustado desde que lo vi, razón por la cual mi objetivo uno, se decidió a tomarme por el brazo y llevarme a bailar lejos de nuestro italiano parlanchín. 

El "mushasho" era de Chihuahua, había salido con sus amigos a despejarse un rato de la chamba. Toda la noche estuvo muy tranquilo, interactuando sólo con su grupo de amigos, sin prestar demasiada atención a ninguna falda y de hecho su cortesía para conmigo, había tenido más que ver con el rescate que con cualquier otra intención. Amigable y businero, inmeditamente me habló de su empresa y de las posibilidades de poder hacer proyectos asociados con mi trabajo. Fuera de eso, puro baile y fue precisamente bailando, que sentí que llevaba atorado el el dedo un papel y debajo de este palpé una alianza de matrimonio. Me reí mucho al notarlo, parece que en lugar de proceso de selección, siempre termino apuntando a donde no debo.

El "shihuahuense" resultó ser tremendo bailarín, cualidad que me sorprendió por demás, pues toda la noche apenas y había seguido el ritmo de la música con los pies. Para mí resultaba perfecto, pues justo a esas alturas de la noche, el DJ había lanzado todas la piezas guapachosas, de las que se antoja más bailar acompañada. Yo giraba y giraba como pirinola, pero a eso de la tercera pieza, uno de los amigos de su grupo se acercó y le dijo algo rápido al oído, tras lo cual Ceniciento se quedó paralizado, reflejando en su rostro sorpresa y preocupación. Me adelante a la situación y antes de que entrara en explicaciones, lo animé a irse donde sus amigos e inmediatamente salió corriendo, dejándome a medio giro en la pista, justo cuando empezaba otra guapachosa cumbeachera. Nunca regresó y tampoco ninguno de sus amigos, por lo que se me ocurrió nombrarlo Ceniciento. Huyendo a mitad de la noche con urgencia despavorida, como si el hechizo estuviera por romperse y fuera a convertirse en calabaza.

Diego

Tras la repentina desaparición de mi guapo Ceniciento, el baile de a sola continuo por unas cuantas rolas más. La noche casi terminaba y el DJ anunciaba la inminente retirada comenzando el bloque de Banda Duranguense, signo inequívoco de fin de la fiesta para cualquier antro de Cancún. Era el inicio de la última hora de música y el lugar había perdido ya por completo a su público puberto, dando espacio en mesas y pista a todos los adultos contemporáneos con permiso de ver el amanecer y L, claro, que por ir con nosotras seguía ahí a pesar de sus tiernos años.

Esta vez me tomaron de la mano, había espacio suficiente para movimientos amplios, y resultó ser el Canoso, o segundo objetivo que me estaba invitando a bailar las norteñadas.  Uno más, uno menos en semejante ronda, qué más daba, a bailar se ha dicho.  Manejamos bien ritmos y distancias hasta que por la tercera rola, el DJ nos sacó una carcajada.  Un ritmo medio pop, medio balada ochentero se oyó sonar en los bafles y la voz gangosa de Diego Verdaguer vibró por fin  inesperadamente con la clásica:

" Tu, eres la ladrona, que me robó, el corazón"

El canas y yo no parábamos de reír por lo inusual de la puntada y tras varias risotadas, los dos dejamos en evidencia nuestros años, haciéndole coro al greñudo argentino, sin fallar en una palabra.



Amanecer

G y M se levantaron de la mesa, comenzaron a despedirse de los conocidos de al rededor llamándome con la mirada, para emprender retirada. Me despedí de Diego Canas dejando que siguiera bailando sólo y me uní a mi banda para tomar camino a la playa. L no había podido disfrutar el amanecer del año nuevo y era hora de llevarla a disfrutar del sol naciente, aunque fuera una semana después.

No había motivo de queja, la noche había sido sorprendente, amena y divertida. Nada mal para ir a patear locheras después de todo.












miércoles, 5 de enero de 2011

Nada personal

Me he pasado las últimas cuarenta y ocho horas abrumada por un muy sorpresivo sentimiento de enojo, rabia, desencanto, tristeza, pérdida y frustración.

Mi temperamento, es lo que se cataloga en psicología, como secundario y no activo, por lo tanto, cuando un evento golpea mi emoción, la resonancia es de tan largo alcance y mi voluntad es tan lenta para responder al llamado de la razón, que regresar a mi centro se lleva su tiempo. La primera en desesperarse por estas lentísimas recuperaciones emocionales, soy yo, especialmente ahora que ya sé lo que es estar bien y lo disfruto; los segundos, con mis amigos más cercanos, que llega un momento en que mi consternación los marea y a los que las palabras de aliento se les agotan. Sin embargo son siempre ellos, mis más fieles amores, los que llegada la hora logran ponerme en balance, por eso no me canso de decirlo, mis amigos son mis más grande tesoro.

En esta ocasión mi repentino drama, ha dado como fruto un manual en dos fases, que considero me ayudará a madurar esta afectividad infantil que me caracteriza, que si bien es muy latosa, también es muy mía y no me queda más que aprender a lidiar con ella.

Manual para enamorarse
1. Enamórate como te enamoras, no puedes dejar se ser quien eres: Intenso y generoso; frío y calculador... no importa, eres tu y no hay vuelta de hoja.
2. Puedes elegir con quien compartir tu vida, pero no puedes elegir a quien amar, es una reacción química que no conoce precaución. Por lo tanto no debe generar culpa, si se acaba o fracasa, nunca te lamentes ni te sientas mal contigo mismo.
3. Disfruta el momento sin generar expectativas, es la mejor manera de guardar buenos recuerdos.
4. Busca reciprocidad, te sentirás satisfecho en caso de terminar, pues habrás dado tanto como lo que has recibido.
5. Nunca te cases ni compartas tu vida cotidiana, con el hombre o la mujer de la que te enamores, seguramente estarás cometidiendo una locura que puede terminar en tragedia.

MANUAL PARA SUPERAR ROMPIMIENTOS
1. No luches contra lo que sientes, ni intentes acelerar el proceso, solo agudizaras los síntomas y lastimaras tu auto estima.
2. Nunca te veas a ti misma como la responsable del fracaso, simplemente no pienses hasta que el dolor haya pasado.
3. Busca la compañía de tus amigos, en especial de esos que saben hacerte reír y encontrarle el lado cómico a las situaciones, te ayudarán a serenarte, disminuir el drama y tomar la correcta perspectiva. Nada tan poderoso como una buena carcajada robada por un amigo ingenioso.
4. Sé consciente de que el rompimiento no es algo personal. Por extraño que parezca, los rompimientos suceden porque el otro no puede dejar de ser quien es, no porque desee herirte. Si la forma se ser, pensar o actuar de tu pareja te hirió, eso radica en tu percepción de las cosas, no en su mala voluntad. La única excepción aplica cuando te haya faltado al respeto físicamente de forma deliberada, claro.
5. Intenta alejar de tu mente el recuerdo de la pareja perdida y si te es imposible, reemplaza los sentimientos de rencor y resentimiento, por los de perdón o sereno cariño. Seamos honestos, ningún odio puede lograr que nos regresen los cachos de corazón que regalamos, a quienes han sido objetos de nuestra devoción. La serenidad es un camino mucho más corto y sencillo para recuperar la paz y la alegría. El odio y el resentimiento, no es más que otra forma de aferrarse a lo perdido.

Muy bien, manual completado, veremos en el futuro si soy capaz de aplicarlo y si de paso al alguno le resulta de utilidad, mucho mejor.

Cerraré este ciclo con un extracto del libro de los Cuatro Acuerdos de Miguel Ruíz:
"Nada de lo que los demás hacen es por ti. Lo hacen por ellos mismos. Todos vivimos en nuestro propio sueño, en nuestra propia mente; los demás están en un mundo completa mente distinto de aquel en que vive
cada uno de nosotros. Cuando nos tomamos personal mente lo que alguien nos dice, suponemos que sabe lo que hay en nuestro mundo e intentamos imponérselo por encima del suyo.
Incluso cuando una situación parece muy personal, por ejemplo cuando alguien te insulta directamente,eso no tiene nada que ver contigo. Lo que esa persona dice, lo que hace y las opiniones que expresa responden a los acuerdos que ha establecido en su propia mente. Su punto de vista surge de toda la programación que recibió durante su domesticación".

Bueno, esta es la conclusión de mi más reciente corazón roto, nada mal después de cinco cubas, una mentada de madre al susodicho, ocho porras de mis queridas amigas, dos consultas cibernéticas a mis amigos psicólogos varones, dos chocolates y una rebanada de pay de queso. Como nueva, a seguirle dando. Buena vida a todos :)

martes, 4 de enero de 2011

El sueño

Esta es la historia de un sueño, que comenzó una noche de luna, con un hombre desnudo entrando en el mar. Como todo en los sueños el suceso fue confuso, a ratos excitante, a ratos suave y calido. Por momentos deslumbrante, con instantes de desconcierto y explosiones de gozo. Fue cortante al despertar, doloroso al día siguiente, dulce y sedoso al pasar de los días, como dulce y sedoso era el abrazo que me envolvía por las noches que duró...

Esos sueños, mitad encanto, mitad pesadilla suelen ser los que recordamos con mayor intensidad, pues su dualidad los torna intensamente sorprendentes e intimamente parecidos a la realidad.

Algunos sueños comienzan de noche, al cerrar los ojos. Otros suceden de día, cuando los abrimos. Dulces o amargos, sedosos o recalcitrantes, son sólo estelas de luz y aroma, que matizan la vida o la añaden contraste, pero nunca llegan formar una parte real de esta.