"La vida es demasiado fabulosa, para ser fabulada"
Dominique La Pierre



miércoles, 22 de septiembre de 2010

Maternidad

Sentir un aguijón de conmoción en el centro del vientre, puede significar el nacimiento de una aventura o el descubrimiento de un rincón del alma que no habíamos notado antes que existía. El alma es el espacio infinito en que transcurren nuestros días, tan basto y misterioso, que nunca terminamos de descubrirlo. La intuición de esa eterna grata sorpresa por venir, es lo que nos ata a la vida. La ignorancia de su fuerza, nos hunde en la estupidez de la desesperanza, agría, monótona, estúpida, ciega...

El vientre aguijonea de dolor en circunferencia cuando se va a abrir para que una criatura nazca. Causa estertores violentos que paralizan los brazos, que engarrotan las piernas y te obligan a crear una nueva forma de respirar que no conocías, una forma de utilizar la vista por dentro, para guiar a tu hija por el canal de parto hasta la salida, a concentrar tu energía para darle a él o ella el empujón que necesitan para respirar por fin por sí mismos. Conocer a un hijo recién parido, es abrazar un trozo puro de alma que tiene todo por descubrir. La más grandiosa de las promesas.

El dolor anuncia la vida, el dolor la precede, el dolor la acompaña y la mantiene viva. Resistirse a su daga es negarse la posibilidad de seguir descubriéndo el alma, con el universo de posibilidades que encierra. Quien se cierra al dolor se consume y aborta la promesa única de la propia existencia. El que lo descubre como anuncio de vida, no lo maldice ni se amarga; no le teme, no se agota. Una madre sabe esto porque pare muchas veces a cada uno de sus hijos y en ellos reconfirma la certeza de que, a cada punzón doloroso, le sigue una dicha deslumbrante.

Ser madre es regalar vida por partida doble, la del ser que permites se engendre en tu vientre y la propia que crece, renace y se hace nueva cada vez que se adapta a un camino diferente. Se puede ser madre de muchas distintas maneras, puedes ser madre de un hijo que enjendras, de un hijo que acoges, del amigo que consuelas, del discipulo que guías, del proyecto que creas o del sueño que conquistas.

Hay mujeres madre y hombres madre; comunidades madre; maestros madre; sufrimientos madre; situaciones madre... todo ser capaz de acoger un dolor que antecede un nacimiento creador, es capaz de engendrar vida. El que teme al dolor, lo espanta y le rehuye, se condena a sí mismo a la soledad lastimosa de la roca estéril, que tarde o temprano habrá de caer al vacío.

Ser madre es la capacidad creadora de seguir siendo tu, en el caos permante del cambio de planes, desparramando vida, gozándola plena en la certeza que, no hay más sentido que buscarle a los días, cuando se sabe disfrutar la propia existencia.

1 comentario:

  1. "todo ser capaz de acoger un dolor que antecede un nacimiento creador, es capaz de engendrar vida."

    excelente

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Y tu, ¿qué cuentas?