"La vida es demasiado fabulosa, para ser fabulada"
Dominique La Pierre



sábado, 16 de octubre de 2010

Yoghurt con ciruelas

Desayuno: Yoghurt cremoso con ciruelas en conserva y un puño de granola. Café americano grande sin azúcar.

Desde ayer tarde me quedé sin conexión de internet en casa. Traté de avanzar en mis papeles dejándolos listos sólo para enviar en cuanto la conexión regresara. No regresó. Esta mañana intenté mandar todo lo pendiente en la bandeja de salida, pero otra vez nada.

El arranque en mi nuevo trabajo soñado, ha demandado mucho tiempo y demandará más. Hay muchas cosas por aprender, procesos que asimilar y planes de acción que ejecutar. No puedo darme el lujo de retrasarme, necesito tenerlo al día. Así que tomé mi equipo y papeles y me mudé con todo a un café de conexión libre. Suele ser mi oficina cuando estoy con Angelita, pero hoy fue la primera vez que trabajé ahí sola.

Ordené un desayuno rico en proteína, pobre en carbohidratos y lo menos costoso posible. LLegué la primera y pude escoger la cabecera de la mesa de trabajo. Llevaba unos jeans azul oscuro, top negro sin mangas con aplicaciones de lentejuela mate negras al pecho, un chaleco del mismo tono con espalda calada y el colgante de azabaches que hizo Vicky y me encanta.

Como traigo la pierna adolorida, escogí para hoy mis alpargatas de doble cono de Castañer en color magenta. Son mis zapatos preferidos, porque reflejan la ambigüedad de mi ser: son un clásico revolucionario y nadie creería al verlos, lo cómodos que son. La base clásica de la alpargata fue remplazada por dos conos -uno da apoyo a la punta del pie, el otro al talón- mientras una V de elastico cruza el empeine y agarra el talón para detenerlos. Son maravillosos, diferentes, atractivos y cómodos. Lástima que hoy me cuesta más dar el paso con ellos pues la pierna izquierda me duele demasiado... es complicado ser coja y querer lucir bien.

El saludable desayuno me da fuerza para enfocarme y tras algunos problemas técnicos para reestablecer la conexión en mi computadora, logró arrancar mi trabajo de corrido y sin ninguna distracción. Cada palomita marcada en mi check list de pendientes por resolver, me da mayor tranquilidad y fortalece mi confianza. Disfruto mucho mi trabajo y tengo gran ilusión por lo que pueda conseguir de él.

Estoy sentada frente a un gran ventanal que da a la avenida. Un cielo gris envuelve por completo la ciudad y los jardines del camellón lucen al contraste más verdes. Alcanzó a ver de reojo a una pareja contemporánea, que se ha acomodado en las mesas de la terraza. Se llenan de mimos el uno al otro, deben llevar ya un rato juntos, pues sus caricias son tiernas más que apasionadas. El la quiere más que ella a él, están sentados uno junto al otro de cara al camellón pero el chico tuerce el tronco por completo para poder contemplarla de frente. La chica no es indiferente ni altiva, disfruta el mimo, se deja querer y corresponde con sutileza, pero la mirada es distinta. Se ve, el la quiere más a ella que ella a él. Me es fácil reconocerlo porque yo he sido el chico muchas veces, sólo que en mí no es bien visto porque soy mujer.

Regreso a lo mío y me vuelvo a perder en mi mundo por un par de horas, ¡cómo fluye la concentración cuando te gusta lo que haces!. Soy muy afortunada.

Un hombre rico, se ha sentado a la mesa a dos sillas de mi. Sé que es rico porque conozco la marca de su reloj, de su polo y de sus bermudas. Va listo para subir al yate cuando termine su asunto. Una mujer de mi edad lo acompaña con uno ordenador portátil y un chico joven le pregunta solicitamente lo que desea tomar. La mujer es su architecta y el chico, seguramente el hijo de otro amigo rico, que desea abrirse camino a la sombra de sus relaciones. Los dos me miran con aprobación, el rico y el joven; la mujer me ignora. Haciendo un esfuerzo mayúsculo, les sonrío y trato de dulcificar mi mirada sin esconderla. Al menos lo intento, que ya es mucho.  Los oigo hablar de fachadas, ubicaciones y paisajes; me esfuerzo por no poner atención, para no incomodarlos y para seguir trabajando. Lo logro sin mucho esfuerzo y me sigo de tirón otra hora y media.

La silla está dura y me he comenzado a sentir incómoda. Relajo los hombros y me percato que la pareja se ha ido y el hombre rico y su séquito también.Los baristas no ven que sigo ahí porque la cabecera de mi mesa de trabajo les queda fuera del alcance de los ojos, podría continuar un par de horas más sin consumir de nuevo, pero la silla es insoportable. Empaco mi equipo y decido regresar a casa no sin antes pasar por la mesa de los amantes mimosos y echar una mirada al plato del que se alimentaron uno al otro. Duele admitirlo pero siento nostalgia. Desayunar medio yoghurt en lugar del vaso entero, habría estado bien si hubiese dado a un tierno amante mi otra mitad.


2 comentarios:

  1. Procuro no encontrarme con esos espectáculos, pero la verdad es que es difícil :( Se siente muy feo ver cómo otros tienen lo que yo no.

    ResponderEliminar
  2. Amiga.. como siempre... me transportas al hecho... es fabuloso... mil abrazos... pues siento que lo vivo y recordar me hace vivir nuevamente...

    ResponderEliminar

Y tu, ¿qué cuentas?