"La vida es demasiado fabulosa, para ser fabulada"
Dominique La Pierre



miércoles, 23 de febrero de 2011

Defendiendo ME

Esta semana fui acusada de desperdiciar Banda Ancha con mi Blog. Hablo mucho y digo poco, según el querido Spiderman. En reacción yo opino, que la economía de la Banda Ancha, me tiene absolutamente sin cuidado; y respecto a hablar mucho y decir poco, le otorgo la razón pero matizo.
Lo último que pretendo es plasmar contenido. No me interesa transmitir ideas, lo que yo hago es pintar paisajes, colorear emociones, proyectar historias bajo la luz de mi muy particular estilo de sentir.
Categóricamente, podemos decir que los sentimientos no son ideas, pero sí son su vestido, la música que las envuelve, el espíritu que las anima. Transmitir sentimientos puede no ser sustancioso pero sí puede ser hermoso y muchas veces hasta determinante para que una buena idea cale, se asimile y marque diferencia.
A ratos me da risa descubrirme como una cuenta cuentos emocionales. Es un poco como el colmo de una realista, fiel devota de Aristóteles, terminar encontrando camino en su vida, haciendo práctica la doctrina de Platón.
Platón, siglos antes que Einstein, fue un convencido del poder de la intuición. El proceso realista de observación, deducción, asimilación y síntesis que hizo de Aristóteles el gran padre del pensamiento Occidental hasta nuestros días, no tenía valor alguno para él. Simplemente no existía mundo "real" alguno que asimilar, pues en la cueva de la introspección era donde cada ser humano lograba proyectar las ideas, ocultas desde siempre en su interior.
Siglos más tarde, el padre de la teoría de la relatividad, dijo casi lo mismo pero con diferente planteamiento. Según Eaistein, el único valor cognitivo del ser humano era la intuición, y éste era más que suficiente. En términos coloquiales, la teoría del veinte. La intuición marca la entrada a una idea que marcara una lección de vida; si decides seguirla.... el veinte cae y tu vida comunica. Si decides ignorar la sagrada intuición, puedes convertirte en el más basto compendio de ideas, tan grande como la Internet y tan inútil como una enciclopedia del siglo pasado.
Así que yo, fiel hija de Aristóteles en la mente y devota seguidora de Platón en la práctica, obediente a la voz de mi intuición, seguiré pintando historias y envolviendo mis diminutas ideas, en el ropaje que me apetezca.


1 comentario:

  1. Jajajaja que cada quien lea lo que quiera y de je de molestar a los que escriben lo que quieren :P

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Y tu, ¿qué cuentas?