"La vida es demasiado fabulosa, para ser fabulada"
Dominique La Pierre



jueves, 10 de marzo de 2011

Dolor

En mis épocas de monja, escuché a menudo un termino familiar para los católicos. "El cuerpo místico de Cristo".

En su credo, manejan este término para referirse a la unidad de la raza humana, unidad que asemejan a un cuerpo en el cual, cuando una parte de éste sufre, toda la unidad siente el malestar. Cuando alguno de los miembros sana, el cuerpo entero se reconforta. Esta es la raíz por la cual el amor y la misericordia, se levantan como ejes vectores de la fe católica, al menos en teoría.

Esta mañana escuché tras el auricular de mi teléfono el llanto desgarrador de una madre enterrando a su hijo, el lamento hiriente de una esposa despidiéndo a su esposo y los sollozos angustiantes de dos niños intentando abrazar a su padre encasquetado en un cofre mortuorio. Escuché su dolor y no vi sus rostros; sentí su quebranto sin saber quienes eran. Fue un impacto profundo, directo en el centro de mi estomago, que me herizó las piel y me empañó la mirada.

Ahí fue cuando recordé mi antigua clase de teología.El dolor de esa gente era tan mío, como si me hubiese herido un brazo o una pierna a carne viva. No sé quienes eran los que lloraban, al único que llegué a conocer era al que no estaba, pero el dolor me pertenecia, asi como la obligación de hacer algo para sanarlo, se volvía imperante.


1 comentario:

Y tu, ¿qué cuentas?