"La vida es demasiado fabulosa, para ser fabulada"
Dominique La Pierre



miércoles, 16 de noviembre de 2011

La vida en un Mercedes Benz

En mi época universitaria, (lease época de Convento), la ilustre Margarita, una mujer vivaz de mirada centelleante y espíritu inquieto, irrumpió a primera hora de clases en nuestra aula, lanzando sin más el siguiente cuestionamiento:
- A ver, díganme ¿cuál es el auto de sus sueños?
Como cascada chisporroteante, todas mis compañeras empezaron a contestar la pregunta sin reflexionar demasiado:
- Un Ferrari- gritó Mercedes entre las primeras
- Alpha Romeo- dijo más fuerte con cerrado acento catalán Inés por otro lado
- BMW, Porshe, Bentley, Lamborgini, Rolls Royce.... se oyó a todas las demás respondiendo
- Para mí la mejor opción sería un Mercedes deportivo- dijo con convicción la atlética Mariana....
Yo sin entender mucho de lo que hablaban mis compañeras, veía cómo Margarita asentía a todas las opciones, mientras yo desde el fondo del salón seguía levantando la mano esperando que se me diera turno.
- A ver Chiu, dinos, cuál es el tuyo, que por lo visto no ha sido mencionado- se compadeció de mi la buena Margarita
- Un Vocho blanco- dije cándidamente- tras lo cual todas mis compañeras soltaron la carcajada.
- ¿Por qué se ríen?- repliqué indignada- A mi me encantan los Vochos, mis papás tenían un Vocho y en él recorrimos toda la república sin ningún problema....
Generosamente todas las presentes decidieron regalarme una mirada tierna, mientras Margarita retomaba el control de su discurso:
- Es cierto, no hay como el auto en el que hemos vivido lindos paseos al lado de nuestra familia, pero si quisieramos equiparnos con el mejor auto para transitar la vida, sin duda alguna eligiriamos un modelo que nos brindara potencia, seguridad, comodidad y .... por qué no, hasta estilo, ¿no lo creen?
Aunque todas estuvieron de acuerdo con sus palabras, yo que no había probado mucho más que mi hermoso Vocho blanco, mantuve mi opinión tachando a mis compañeras de snobs y materialistas...
Como podrán imaginarse, midiendo mis ambiciones automovilísticas, a lo largo de mi vida me he servido para transportarme de un par de Vochos, un Cutlass modelo siglo pasado, algún Nissan y númerosísimos taxis...Exceptuando claro mi felíz año de vida en España, donde navegaba en metro y tren, cual sirena, a donde me diese la gana (Oh qué delicia fue ese año en Madrid, devoré libros y gasté muy poco en traslados).
En este tiempo de mi vida, en el que mi atención y foco se han concentrado en replantear todos mis móviles desde la raíz, he descubierto que mi inocente apego al Vocho, denotaba en resumidas cuentas, mi falta de aprecio al dinero... Falta de aprecio que se manifestó claramente estos últimos 22 años, en mi poca inteligencia para cuidarlo, administrarlo y hacerlo florecer. He de admitir de facto, que ha sido esta vena poco apreciadora de la plata, una de las grandes causas de mi derrumbe hace unos meses. Mas como todo en la vida, forma perfecta sinfonía, para auxiliarme en la reconstrucción de mi mente y de mi espíritu, Lucero Sónico regresó a mi historia presente, aportando preciosísimos acordes y para no dejar duda del matiz de su papel, llegó en un Mercedes Benz.
- El dinero trae energía, sin lugar a duda- me instruía Lucero con mirada adusta- una energía que hay que saber manejar de forma constructiva, de modo que te beneficie a tí y a los que viven a tu lado. Al dinero hay que amarlo y respetarlo, tratarlo con cuidado, con aprecio y orden... De esa manera nunca correrás el riesgo de convertirte ni en su esclava, ni en su víctima- Concluía mi rubia amiga, mientras escondía la luz de sus pupilas tras unas gafas de sol Prada y exibía su atlética figura enfundada de Armani hasta las chanclas... Y claro, dicha lección me era dictada, mientras consumíamos kilómetros de carretera en su impecable E Berlina, que tal como Margarita decía, combinaba potencia, seguridad, comodidad y por supuesto.... estilo.
Las palabras de Lucero hicieron ruido en mi alma, mas no me fueron del todo claras a la mente. Todos esos conceptos crudos sobre amar, respetar y cuidar las monedas de plata, deberían de ser digeridos de a poco y con mucho trabajo reflexivo, con el pasar de las semanas. Sin embargo, el Mercedes había cumplido ya con su parte pedagógica cabalmente. Al día siguiente de mi clase de prospéridad móvil, regresé a mi rutina de trabajo, siendome requeridos más de 10 traslados en la ciudad a bordo de un destartalado taxi provinciano y he de confesarles, que no bien recorrí la primer cuadra, inmediatamente entendí, que sin lugar a dudas, la vida es mejor cuando se transita a bordo de un Mercedes. ¿Será que voy aprendiendo?...

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