"La vida es demasiado fabulosa, para ser fabulada"
Dominique La Pierre



domingo, 17 de junio de 2012

Moliére por ella misma.... Con Karla Blanco Díaz

Pocas experiencias tan satisfactorias, como ser receptor de la entrega auténtica de un artista verdadero. Anoche regresé a mi rincón preferido de la ciudad, una casa que parece estar viva y se ha autoerigido como "La Morada del Teatro".  Me gusta visitarla a menudo porque siempre la encuentro cambiada, como todos los seres vivos, se mantiene en constante movimiento.

En esta ocasión la encontré orgullosísima, pues le han dado a estrenar nuevos vestidos, todas sus paredes interiores fueron remosadas con tonos púrpuras y rojos encendidos, haciendo contrastar sus coquetos pisos verde esmeralda, para hacerla lucir sofisticadamente acogedora. Todos los concurrentes nos sentimos complacidos con el nuevo estilo del lugar, y prueba de ello fue que la gran mayoría nos quedamos buen rato después de la obra, sólo por estar disfrutando de esta renovada atmósfera.

Y ya que estaba vestida de gala, era propio que su rincón más sagrado, el escenario, exhibiera un espectáculo digno de su renovación. "Moliere por ella misma", un manjar delicioso en cuatro matices: un texto ingenioso da la nota de entrada, un escenario original y estratégicamente iluminado crea el ambiente, una dirección cuidada en ritmo y matices garantizan la expectativa, y por supuesto, la entrega absoluta de su actríz, Karla Blanco Díaz,  al personaje, dejan en el público el buqué de la satisfacción memorable.

La obra, desarrollada a partir de un texto de la dramaturga belga Francois Tyrion, nos presenta con gracia e ingenio, la vida y carácter de Jean-Baptiste Poquelin, llamado Molière (1622-1673), dramaturgo y actor francés, considerado como uno de los más grandes comediógrafos de la literatura universal.  Desentrañando el carácter apasionado de Moliére, Tyrion le da vida actual, permitiéndole apoderarse del cuerpo de una conferencista especializada en las ponencias sobre grandes literatos.

Indefensa ante la fuerza intempestiva de este gran genio,ignorante de la magnitud de su talento, la joven ponente tras débiles intentos por mantener a raya al espíritu que la posee, cede a su embrujo permitiéndole expresar todo de sí a través de su cuerpo. La actríz Karla Díaz desaparece para prestarle cada poro de su piel, cada vena, cada mirada, cada gesto y movimiento al pícaro fantasma y todo su cuerpo habla. Marioneta, acróbata, mimo, payaso, loco, histérico encolerizado, enfermo catatónico, todo eso es Moliére en Karla y Karla en Moliére. A título personal he de decir que hacía muchos años que no presenciaba en vivo a una actríz igual. Conocedora de su arte y naturalmente dotada de talento histriónico, esta joven artista engancha el corazón de sus expectadores, quienes seguramente no dejarán pasar nunca, la oportunidad de verla honrrando el escenario, en cualquiera que sea el papel que realice. Al menos yo buscaré la manera, de volver a encontrarla.







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