"La vida es demasiado fabulosa, para ser fabulada"
Dominique La Pierre



miércoles, 11 de agosto de 2010

El sensato mundo de la fantasía

Existen momentos en la vida, en los que la realidad pareciera no tener sentido lógico. Etapas dispares en las que nuestra voluntad no se unifica con las exigencias de las circunstancias. Pruebas pasajeras también, en las que sorpresas explosivas, buenas o malas, nos revientan en la cara haciéndonos perder el equilibrio.

Nuestro universo se traspone ante tanto desorden y la mente colapsa abrumada bajo la carga agobiante de dar órden a ese caos. Encontrar la luz y energía para tomar las decisiones acertadas, que nos saquen de estas crisis no es tarea sencilla.

Oxigenar nuestra mente para agilizar el pensamiento y fortalecer la voluntad, es la base para cualquier resultado favorable. Salir de viaje es una maravillosa forma de tomar aire fresco y adquirir nuevas perspectivas. Sin embargo, no siempre es posible tomar un avión y salir a la caza de un nuevo pensamiento, es por eso que la literatura y el cine son artes tan amadas por la mayoría de los seres humanos.

Poder salir de viaje con tan sólo abrir la pasta de un libro, oprimir el botón del DVD, o pagar un boleto en la taquilla del cine, nos permite explorar universos paralelos en los que somos absolutamente libres. Recreamos las historias y observamos los paisajes pinta cada autor con la pluma; rozamos a los personajes que cobran vida de esos retratos escritos y podemos sentir su calor, vibrar con sus pasiones y hasta luchar sus batallas. Desgranando la vida de los célebres desconocidos que encontramos entre líneas, vamos liberando los pesares de nuestra alma, conquistando valentía y sobre todo descubriendo en su reflejo nuestras propias luces y sombras.

La relación que se logra con un libro amigo, puede ser tan íntima y fuerte como la que se fragua con un hermano. Es por eso que recomendamos los trozos de literatura que nos han salvado la vida. Los prestamos, los regalamos, los citamos, los dejamos "accidetalmente" olvidados y los volvemos a comprar. Lo vendemos todo en cada mudanza, para sólo pagar el sobrepeso de equipaje que causan nuestros libros, si nos mudamos de un país a otro. Y cuánto duele si dejas atrás a un amigo escrito, al que nunca más puedes recuperar.

Los artístas del lente logran, por cortísimos lapsos de tiempo, causar el mismo efecto liberador. En ese majestuoso juego de luces que es el séptimo arte, escritores, productores, directores y actores te arrancan a fuerza de risas, llanto, adrenalina o terror grandes trozos de angustía que reemplazan por emociones distintas capaces de romper la inercia del mundo centrado en uno mismo.

Tratándose de libros y cine, mi padre fue quien me inició en el gusto por ése distinto tipo de viaje. Sabía cuando un libro era bueno con sólo mirar la portada. Descubría si una película valdría la pena, desde la escena de entrada. Todo dependía del planteamiento, mientras más intriga causaran al primer vistazo, más sólida era la promesa de poder tener una grata experiencia.
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Papá fue así mi primer compañero de lecturas y a él se fueron uniéndo otros igual de rigurosos en su procesos de selección. Y es que conocer personas que recomienden libros es fácil, pero conocer a álguien que te recomiende un buen libro, es un verdadero tesoro. Yo por ejemplo sabía que podía beber lo que cayera en mis manos por recomendación de Pimpoño, Ivi o la Sombra sin temor a equivocarme. Siempre tenían una adquisición interesante o cautivadora que recomendar y cada uno de los libros que he leído por sugerencia de ellos, se han convertido en amigos entrañables.

El Papi fue también mi primer copinche para las sesiones de permanencia voluntaria, si hablamos de cine y ahí sí he de confesar, que tras su muerte, sólo ha habido una persona capaz de igualar su pasión por desmembrar cada elemento de una obra cinematográfica hasta dejarla en los huesos.

El año que compartí depa con Barbarito, fué como si mi padre hubiese resucitado.  La chamaca morelense conocía todo sobre directores, fotógrafos, actores, Hollywood y Bollywood del cine de ayer, hoy y mañana.

Llegamos a levantarnos a las 8 de la mañana en domingo, para irnos al Cinemark de Pabellón Altavista a esperar que abrieran la taquilla para entrar a la primera función de Elizabeth y después chutarnos otras dos más. Mis escapadas al cine en solitario terminaron estando con ella, pues con tal de ver cine, se recetaba todas las rarezas que a mí me gustaban en el cine que las proyectaran.

Nadie más a tenido tal aguante, de hecho desde que ya no la tengo cerca, he tenido que ir al cine yo solita de nuevo muchas veces, aunque he de confesar que me sucede algo extraño: Desde que conocí a Barbarito, aunque esté sóla en una sala de cineteca, ya no me siento solitaria. Sé que a unos cientos de kilometros de donde me encuentro, existe otra loca cinéfila como yo, que no considera un fin de semana de permanencia voluntaria como una pérdida de tiempo.

Irrealidades con sentido.


3 comentarios:

  1. ahhh que padre contar con esa herramienta tan útil..la fantasia!! la imaginación! yo soy otra que va muchas veces sola al cine, es lindo! saludos. Lunita

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  2. De 8 a 11, más o menos a esa hora abren en Pabellón Altavista, me gustaba ir a la primera y entre semana porque no había nadie ;)
    Prefiero siempre ir sola al cine, hubo unos años en que alguien más me acompañaba, pero ya no :( y me pone triste, no por volver a ir sola, sino porque él ya no está para mí.

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  3. Sabes que yo casi no veo peliculas en la casa, rentadas en DVD, porque ahí también extraño verlas en compañía. Tu sabes a lo que me refiero Solilla ;)

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