"La vida es demasiado fabulosa, para ser fabulada"
Dominique La Pierre



domingo, 4 de julio de 2010

HERENCIA MATERNA

La mami era fan consagrada de Alejandro Magno, si es que el termino fan, puede aplicarse a un conquistador macedonio muerto milenios atrás. Le fascinaba su apertura de mente y el inusual respeto por culturas ajenas a la propia. Bajo este influjo, solía aconsejarme siempre que me invitaban a comer a casa de alguna amiga:
- Acuerdate Chiu, como Alejandro Magno, "A la tierra que fuereis, haz lo que viereis". Por favor come lo que te sirvan, usa los cubiertos como veas que los usan tus anfitriones, no pidas nada que no esté puesto en la mesa- cantaba Dorita con lindo sonsonete.
El mismo consejo se adaptaba para fiestas, tardes de juegos ó estudio, campamentos etc... Fue la indicación obligada desde que tenía uso de razón, así que sin darme cuenta, me fui dotando de una detallada capacidad de observación, para captar entornos y circunstancias, paso obligado para intentar adaptarme al lugar visitado con gracia y soltura.
Mientras fui niña, el buen hábito inculcado por mi madre, tuvo éxito sólo parcialmente. Siendo hija única, con padres de una o dos generaciones más a los papás de mis amigas, que pa´colmo leían todo el día, mi forma de hablar y de comportarme resultaba más atractiva a los papás de mis amigas que a mis amigas. No fueron pocas las ocasiones, en las que las niñas me abandonaron en la mesa del comedor platicando con sus padres, mientras ellas ármaban la casa de las Barbies o empezaban las escondidas.
Para mi buena suerte eso fue cambiando con los años, y ya siendo adolescente, gitana-errante, el legado de mi madre me fué resultando cada vez de mayor utilidad.
Cuando llegué al internado por ejemplo, mientras varias de mis compañeras sufrían muchas de las reglas o a muchas de las "huercas" con las que debían convivir, yo me sentía como pez en el agua, registrando, catalogando y aprendiendo de la diversidad de mi entorno.
Los años en Roma, no me eché a llorar ni un sólo día porque mi comida no tenía chile, ni sufrí ataques de pánico al cruzarme con los italianos gritones por la calle, que parecían matarse cuando sólo comentaban las noticias del "Giornale". Entendí luego que, para hablar con ellos había que aprender la lengua y la mímica, así que sincronicé mis manos con la melodiosa lengua. Todas las mañanas juntaba mis dedos en punta y saludaba a la cocinera:
- Bon giorno Letizia! Ma´che cé oggi? magiale per il pranzo! gli metti le carote, ti raccomando, altrimenti sará seco, magro, senza sappore... Naná, naná, naná... cadencia y manos, cadencia y manos.
En Suiza por el contrario, había que sonreir mucho y hablar poco. Los aldeanos de Simplon Dörf y Simplon Pass, que eran los lugares donde nos prestaban el cuartel militar para hospedarnos, sólo subían el volumen de sus vidas los domingos, cuando cantaban sus misas en Alemán y se ponían sus trajes de gala para hacer resonar la duela del gimnasio, con sus larguísimas tardes de baile. Como salidos de cuento, llegaban a eso de las cuatro todos los domingos, con sus sonrisas coronadas de rosadas mejillas y su respectiva pareja, dispuestos a pulir el parqué de la cancha de basquet. Nadie entraba sin pareja y todos salían con la misma pareja. La única diferencia era, que al abandonar el local, las mejillas rosadas eran ya coloradas manzanas, las sonrisas risotadas y la banda cambiaba los trombones por vasos de vino.
- Chiu Schwester Goodnight - los oía decir
- Guten Tag - les contestaba rogándole a Dios que no fueran a hacer San Lunes y me dejaran sin pan y leche en la mañana. Para mi buena suerte, el santo mexicano no era venerado en esos lares, y a la mañana siguiente cruzaba  a la troje situada frente al cuartel y encontraba mi perfecta barra de pan crujiente, caminaba calle abajo al establo y me entregaban el contenedor de leche. Subir aquella loma con tan dulce cargamento para el desayuno, era mi primer alegría de la mañana.
Cuando llegaron las primeras chicas Checas y Polacas a la casa, yo me sentía fascinada por sus zszszszs tan arrulladores, parecían cañas tocadas por el viento. Como para ellas aprender español fue cosa de dos semanas, y conocían cuan curiosa era esta Chiu metiche, constantemente me soltaban palabritas para que fuera aprendiendo algo:
- Chcemy chleba? - me decía Polina (¿ Quieres pan Chiu?)
- Jíst vlastní chléb - siempre me invitaba Tamina (Ven y come de mi barra de pan)

Una polaca y la otra checa, sabían que mi adicción al sagrado alimento era tremenda, los  panes que ellas horneaban era de mis favoritos. Polina hacía unas bolitas de masa bañadas en mermelada de chabacano hecha también por ella; Tamina unas barras de pan enjambrado de frutas secas y condimentado con un poco de clavo, deliciosas.

Ya que salí del convento, me reintegré a la vida del mundo con bastante naturalidad, dadas las circusntancias. A esta fecha hay muchos amigos que no entienden cómo pude ser monja, ahora no profesar fe alguna, guardar cariño a la Legión y a sus Consagradas (a pesar de los pesares), contar entre mis amigos a escépticos empedernidos, cristianos devotos, budistas empeñosos, mormones, judíos, musulmanes; prístas, panistas, perredistas y renegados; pobres, muy pobres, ricos y medianos; hippies y yuppies; cultos y adictos al TV Notas; gays, trans y draggs, sin hacerle el feo a nadie.  La culpa en realidad la tiene la mami.

Mi madre admiraba la enorme capacidad incluyente de Alejandro Magno y estaba convencida de que esa era la mejor forma de conducirse en el mundo. Eso explica por qué, a pesar de su hurañez a ratos crónica, logró amasar muy buenos y leales amigos. Quien llegaba a mi casa sabía, que tras esas paredes de adobe, podía ser quien quisiera ser, sin temor a ser juzgado. Cosa bella pero rara.

Mi padre y yo nos fuimos haciendo a su modo sin sentirlo siquiera. Simplemente comenzamos a dejar de tolerar y a empezar a disfrutar la diversidad que ofrece cada lugar y cada gente. He de confesar que es un método divertido, aunque riesgoso. Los que son dados a odiar y a tolerar, a menudo confunden la capacidad de descubrir lo bueno, con estupidez y creen que se les va a permitir hacer daño. Ignoran que quien desarrolla y cultiva el respeto por los otros, afina con esmero el respeto a uno mismo.

En contraste, debo confesar que esa divertida capacidad de adaptación a lo nuevo y ajeno que me heredó la mami, tiene un lado oscuro que se traduce en una limitadísima habilidad para intimar con la gente, de ahí que sea muy amiguera y poco familiar. Y no es falta de cariño, lo aseguro, lo que pasa es que mi apertura de mente no alcanza para comprender esos extraños mecanismos de control tan usuales en los clanes familiares, en los que el amor se confunde con derecho de propiedad sobre el hacer y actuar del ser amado. Si alguien puede que me lo explique, pero ¿en qué enriquece al apellido tener un ejército de autómatas que piensan, dicen y hacen lo mismo? Yo no lo entiendo, para mí los bouques multicolor siempre han sido más hermosos, que los lindos pero poco imaginativos ramos de un sólo tipo de flor.

Quizá por eso me gusta tanto ver los pasteles de Barbara, y cada vez que entro al Album del Panque de Janiel dejo algún comentario estúpido como cumplido. Y es que no hay uno parecido al otro,  todos son hermosos armando un divertido paisaje multicolor y multiforma. Posiblemente sería divertido ver a los que piensan y son diferentes a uno, como un rico pastel, no conozco quien ser resista a uno por más extraña que parezca su presentación. El odio ciego en este mundo disminuiría y nuestra capacidad de goce se crecería considerablemente.

Lo genial del asunto, es que mis hijas vinieron a satisfacer mi amor a la diversidad en grande, son distintas a mí, a su padre y entre ellas mismas. Nunca me obedecen hasta estar convencidas de que lo que les digo les conviene, me hacen perder mucha saliva e ingenio pero me llena de orgullo ver que desde tan pequeñas, no se tragan en automático lo que les digo y la tiránica frase de "lo haces por que soy tu madre", les viene valiendo m...

2 comentarios:

  1. Felicidades!!!
    insisto nunca dejaste perder tu talento con la pluma... a mí la verdad ya se me atora un poco... sabes que siempre fui floja.

    efectivamente me trajo recuerdos, como no, la leche de suiza y los españoles e italianos gritones, y aquella "torre de babel" que se recreaba en la casa en Roma cada Semana Santa, y aunque yo no interactuaba directamente con los grupos me quedaba atónita de verlo.

    aquella huella permanece y el ser abierta, no ponerme límites me ha ayudado... y respecto a tu pregunta, quizá el hecho de no haber tenido hermanos con quien verte "diferente" a pesar de un mismo apellido es lo que no te deja entender, sin embargo ahora la vida te da otra forma de entenderlo, en tu siguiente generación: tus nenas, y eso es maravilloso; ahí radica toda tu frescura y juventud en que JAMÁS DEJAS DE APRENDER...
    Y creo que más bien ahora se está amalgamando en tí esa capacidad de "adaptarte" con tu "capacidad de intimar", y creeme que estarás en ventaja con muchos otros que tuvieron lo segundo y lo primero jamás lo cultivaron pues justamente será tu VIDA FAMILIAR la primera beneficiada.

    una vez más FELICIDADES por tí, por tu familia y tus virtudes...
    te quiero y te admiro mucho.
    LA FLACA: hmg

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  2. Querida Chiu, fijate, a mi me encanta platicar con personas de todo tipo, y escuchar opiniones sobre un mismo tema de personas diferentes... pero, tambien me encanta saber que mi hermana tiene la voz identica a la mìa, que mi prima tiene los mismos gestos que yo a pesar que no nos vemos en años, o que cuando me enojo me enjarro igualito a mi mama y mis tìas jaja, opino lo mismo que tu sobre lo dificiles que son a veces los lazos familiares (muuy dificiles), pero tambien es fregon tener la sensaciòn de que por ahi hay alguien con un poquito de ti no crees??
    saludos

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