Así que heme aquí llorando como una chiquilla desde anoche que recibí la noticia de la muerte de mi primo hermano RCA a quien tenía casi treinta años de no ver, sin embargo a menudo recordaba por sus tiernos abrazos y cálida sonrisa... posiblemente por eso le he llorado tanto: No es su ausencia la que me pesa, sino la realidad de que ya no tendré oportunidad de abrazarle de nuevo, anhelo que secretamente acariciaba, con la esperanza de concretarlo en algún momento de la vida.
Para los cínicos mi reacción puede parecer desproporcionada, para mi misma, que de cínica tengo bastante, a ratos me lo parece... aunque quizá, sea que la realidad está en lo mucho que la sangre llama. Otra vez el ADN pone de manifiesto su imperiosa fuerza, ahora en forma de dolor por la partida de uno de los propios, del ínimamente unido al alma, por esencia, ya que no por circunstancia.
Curiosamente, un fin de semana que tenía planeado desde hacía mucho, cambió su rumbo de repente y sin mucho darme cuenta, acabé envuelta por un torbellino de rosas y angeles danzantes, a quienes asistía tras camerinos para que plasmaran su arte...
Así pues, entre rosas blancas y danzas de Angeles te doy la despedida querido primo
que sea bueno este nuevo viaje.
Que la bondad de tu alma y tu calida sonrisa te lleven a recorrer cielos sorprendentes
y la fuerza de tu espíritu, permanezca empujando hacia lo bueno a los de tu sangre...
Acá mientras, echaré una rosa al río, para que te encuentre en el infinito con un fraterno beso.
Te quiero
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Visiones XIV- José Murillo |
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