"La vida es demasiado fabulosa, para ser fabulada"
Dominique La Pierre



lunes, 11 de julio de 2011

La luna llora

La noche que Facundo murió, una gran amiga fue testigo del duelo de una Luna, que extrañó a uno de sus mejores amigos, aquí sus palabras:

"En silencio, creciente pero ausente, la luna se recubrió anoche de un manto sutilmente blanco que la ocultaba pero a la vez la dejaba transparente. A primera vista parecía como niebla, niebla que se empapa de lluvia, sin embargo, para aquellos que solemos absorbernos en su magnificencia, era claro intuir y distinguir ese velo de luto, esa tristeza de muerte.
Yo estuve admirándola por un rato en mi camino de regreso a casa, pero su presencia me acompañó en definitiva por horas. No era sencillo fijar la mirada en ella percibiendo ese dolor en alguien tan sublime y además sin saber a qué correspondía o que estaría por venir... Mientras pude la observé ahí lo alto resignada...menguada...
Hasta que de pronto vi claramente que derramó una lágrima y ésta nos alcanzó a todos aquellos, quienes de alguna forma en su presencia, estamos unidos por un lazo suave que nos abraza.
Entonces pude entender claramente que la luna lloraba porque uno de sus amigos, me atrevo a decir que de sus predilectos, le fue arrebatado así... sin aviso. Hacía dos noches apenas que él había estado compartiendo con ella anhelos, alegrías, deseos y también su profundo dolor por no comprender del todo lo miserable de nuestra condición humana. Ella no sabía que sería la última vez que se vería reflejada su mirada, y así fue.
Los seres que alcanzan ese nivel de depuración, de claridad, son tomados muchas veces de formas incomprensibles en lo precario de nuestra humanidad.
Hermano en la magna, amante de la vida, ejemplo de fortaleza, trovador apasionado, hombre de Dios, ya no tomaremos más del reflejo de tu alma en la luna pero dejas una estela azul y una sorprendente admiración en mí por haberle arrancado una lágrima a la luna. Hasta pronto Facundo "
Naty Fernández

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Y tu, ¿qué cuentas?