"La vida es demasiado fabulosa, para ser fabulada"
Dominique La Pierre



viernes, 25 de junio de 2010

EL ATRAPA SUEÑOS

Deseosa siempre de llamar la atención y excéntrica por naturaleza, mis farolazos han sido siempre de lo más extraños. No en balde me he ganado la fama de lurias y temeraria que tengo, entre los que me son cercanos. De todas mis puntadas locuaces, ninguna tan embarazosa como la que le hice pasar al buen Febo.

Febo era un chico en extremo inteligente y singular. Un espíritu curioso animaba sus días, y derribaba de un golpe cualquier barrera que pretendiera poner cerco a su hambre de aventura. Cuestionaba por sistema, todo lo que se  le impusiera o propusiera. Su mente era como un bisturí, siempre pronto a diseccionar cuanta idea le cayera entre las garras, a fin de sacar, por propia experiencia y jamás la de otros, sus conclusiones...

Su intelecto estaba entonces, tan afilado, que el cabrón se daba el lujo de ignorar todo lo que decían los maestros en clase. Invertía ese tiempo mejor, en hacer elaborados dibujos, leer libros prohibidos o escuchar música estridente.... Nunca lo ví entregar una tarea pero sorprendentemente a la hora de el exámen, sacaba puros "Excelentes".  Creo que los maestros envidiaban su mente certera e independiente y entonces buscaban boicotearlo bajándole puntos a sus notas, por no pelarlos o no presentar trabajos... ¡Sarta de locos represores!

Entre los libros prohibidos que Febo gustaba, se encontraban los llamados "Libros Negros del Nacismo"... aquellos libros disparatados, en los que se hacía "glorioso" recuento, de las atrocidades Nazis contra el pueblo Judío. Contrario a lo que ustedes sospechan, no había en su impulso tanto odio antisemita, cuanto curiosidad científica. Conocer todos los descubrimientos científicos sobre la resistencia y biología humanas, derivados de los experimentos con prisioneros judíos, era el objeto de su búsqueda...

Amante desde siempre de lo raro y diferente, a mí se me caía la baba con Febo, pero al no saber coquetear, encontré una tetísima forma de llamar su atención. Mi padre tenía varios libros del tema, así que averigüé si los había leído y al confirmar que no, ofrecí prestárselos.

Estábamos por terminar el curso, y los tres gruesos tomos que papá escondía en la bodega, serían una buena fuente de entretenimiento veraniego para mi sofisticadísimo Febo. Accedió de buen grado a leerlos y entonces.... me aparecí yo, con mi coqueta tetez, nada más y nada menos que ¡en la Misa de fin de curso con los tres libros prohibidos!
El buen Febo era incapaz de una patanada, y los tomó en sus manos sin decirme nada. Yo regresé a mi fila y orgullosa, veía cómo él circulaba por toda la Iglesia, con los libros en la mano... los libros que yo le había prestado. Lo tenía en mis manos.... ¡cómo no!

Al terminar el verano no cabía de las ansías por hablar con él y saber lo qué le habían parecido los libros. Lo busqué no bien llegar al colegio y con su critiquísimo estilo me dijo:

- No están mal, pero hablan poco de lo que a mí me interesa. Están bastante moderados.... Pero ya ni la friegas Chiu, ¡cómo se te ocurre dármelos en plena Misa!. De por sí me traen entre ceja y ceja y tú me haces deambular en un templo con libros pro-nazis. ¡De suerte no me expulsaron!...

Pling, pling, pling..... se oyeron caer los pedazos de mi corazoncito; mi sonrisa se volvío una mueca de angustia y respiré hondo para ahogar las lágrimas que amenazaban con salir. Tomé mis libros prohibidos y esperé con ansias la hora de regresar a casa.... Con tan "buena" suerte, que pa´ colmo, papá me pilló cuando los regresaba a su escondite y santo sermón me propinaron.

Con la frustración de mi fallido experimento de coquetería pseudo intelectual, decidí olvidarme de conquistar al Febo y tiré pa´ lante. Así sin darme mucha cuenta, terminamos siendo buenos amigos. Tan buenos, que fue una de las pocas personas a las que busqué al salir del convento, los escasos meses que estuve en Uruapan. Nos gastamos una tarde escuchando música y mirando pinturas. No nos vimos más, pero me regaló un atrapa sueños que él mismo había hecho. El chico curioso había encontrado en esos días, mucha más satisfacción en el arte, que en la disección de ideas. ¡ Y vaya arte!

Hasta la fecha, la costumbre de escandalizar con mis disparates, no la he perdido... pero ahora me cuido bien de no involucrar a nadie más en ellos.... especialmente si es un wey que me gusta.

PS: Aquí les dejo una probadita de la intensidad de mi querido Febo hecha poesía:

"Escucho el sonido...
de los hielos de mi cuba
Escucho lamentos...
en las calles de la vida
Escucho carcajadas y miles de explicaciones
Escucho llantos...
por las necesidades acaparadas
Escucho el viento, la tierra y el mar...
escucho los látidos de la vida
mientras me desarrollo activo inactivo
en el vientre de la muerte".
Febo FL

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