"La vida es demasiado fabulosa, para ser fabulada"
Dominique La Pierre



domingo, 13 de junio de 2010

LA FUENTE

Despedir el año 2000 y saludar al 2001, fue un evento singular. Ese año en lugar de cena, parranda y gentío, tuvimos comida con sushi a los pies de una plácida fuente y una íntima fiesta de sólo cuatro personas que duró exactamente doce horas.
Los cuatro en cuestión éramos, La Bella Pléyade, DJ Carrusel , CiberDor y por supuesto su Chiu servidora. Cuatro puntos cardinales dispuestos a tener un mitote psicodélico, cada uno venido desde su diametralmente opuesta realidad:
La Bella Pléyade, era la señora de la casa en la que tendríamos la fiesta. Su nave nodriza la dejó en este planeta dotándola de manos creativas, con las que cultivaba un hermoso jardín multicolor, pintaba sueños y cocinaba diversas delicias tedescas y catalanas. En sus ratos libres volaba parapente en Valle de Bravo
DJ Carrusel, su marido, poseía un oído prodigioso, que sabía poner al servicio de la concurrencia para crear elevados ambientes musicales, en los que volábamos ligeros y extasiados todos. En sus fines libres le gustaba descender los rápidos en Veracruz.
CiberDor, era mi pícara complice sonsacadora . La muy sinvergüenza traía por hobbie en esas fechas, ligar galanes cibernéticos de paises distantes. Para aumentar su popularidad y protegerse, les daba mi nombre... Bien sabido que mi nombre se usa en todas las películas para nombrar a chicas de vida galante, al escucharlo  la imaginaban elástica y sensual y arrasaba en el chat...
Como en la vida real también era elástica y sensual, cuando salíamos de antro también arrasaba con los galanes reales, aún con su nombre de niña buena.... dejando a la pobre portadora del putinombre nomás mirando, tanto en la red  como en la pista...
CiberDor en sus mañanas libres practicaba paracaidismo amarrada en tandem de un tal Tona.
Por último la Chiu, cuya mayor hazaña en la vida había sido vivir enclaustrada en un convento por ocho años y lo más parecido a la experiencia de un deporte extremo fue una turbulencia violenta sobrevolando los Alpes, un viaje de Frankfurt a Roma.
Fue la metichez, más que la osadía, lo que me orilló a participar de aquella singular reunión, pero tuve necesidad de mucha ayuda para lograr disfrutar el viaje.

Las indicaciones de nuestro capitán, DJ Carrusel, eran claras. Antes de despegar había que comer bien e hidratarse adecuadamente. El ánimo para emprender el vuelo debía ser de gozosa relajación...

La Bella Pléyade notó que yo estaba todo menos relajada y DJ Carrusel empezó su labor de adiestramento de vuelo.

Con su clarísima mente me fue explicando todo el plan a detalle. Se sentó frente a mí y se encorvó un poco, logrando así guiarme con la mirada. Una vez seguro de haber conectado con mi Chiu consciente, empezó:

- Lo que vamos a hacer ahora es elevarnos en estos avioncitos que ves aquí- los apuntaba con la mano- me los vendió un amigo de toda mi confianza. Estos aviones se inventaron para  dar cura a las personas que sufren un extraño transtorno, llamado "Letargo Auto Destructivo". Es por eso que, una vez que  hayamos  despegado, tendrás oportunidad de apreciar el paisaje que elijas, en toda su vibrante belleza. Es como si nunca antes hubieras visto o conocido, cualquier objeto ó persona en la que fijes tu mirada. Experimentarás con los sonidos y las texturas. Incluso si una idea cruza tu mente, podrás abordarla desde un ángulo completamente nuevo. 

 Una vez desmenuzados  los beneficios del vuelo en el mentado avioncito azul, sonrió levemente y me preguntó:
- ¿Quieres volar?

Estabamos todavía  a un costado de la fuente. Me quedé mirando su agua saltarina, las Hortensias coloridas que la rodeaban, los poros de la cantera húmeda. Me pareció hermosa y ahí lo decidí. ¿Por qué no? Me encontraba en grata compañía y con instructor de vuelo personal... ya era hora de aprender a pilotear aviones y ver el mundo desde arriba.

Me levanté de la silla, tomé mi botella de agua y me metí al avión.

Continuará...

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