"La vida es demasiado fabulosa, para ser fabulada"
Dominique La Pierre



domingo, 27 de junio de 2010

EL GENERAL GANDALLA

Mi queridísimo General Gandalla, llevaba en su nombre el destino. Fue bautizado "Alejandro" y en su carácter atesoraba muchas de las hermosas cualidades que convirtieron a Alejandro Magno, en ese gigantesco ser de luz, que sigue inspirándonos hasta la fecha.

Alejandro Gandalla tenía por padre a un hombre culto y simpático, amante de la buena música, la buena charla y el buen vino. Por madre, a una guapa mujer de admirable fortaleza y amor por la vida. Sintetizando un poco de ambos y añadiendo su muy particular estilo, Alejandro se forjó camino distinguiéndose siempre por su carisma para relacionarse con su entorno, inagotable buen ánimo e insaciable coquetería.

Podría decirse del General Gandalla, que le gustaba gozar y hacer gozar a quienes lo acompañaran. Su apariencia, su plática, cocina y trabajo le causaban satisfacción tanto a él como a los que con él compartieran.

Topárselo después de un disgusto, era lo más parecido a un baño de agua bendita, porque siempre tenía un comentario acertado, para hacerte reír y olvidar los problemas. Scaneaba a las personas con rápidez y profundidad, detectando al instante el estado de ánimo de su interlocutor. Era esta vista bionica lo que lo convertía un As de las ventas, carismático formador de grupos y maestro del humor en todos sus matices. Lograba empatizar con naturalidad, captar la atención de la audiencia y una vez con el público en la mano, desmenuzaba  cualquier circunstancia que le fuera útil a sus propósitos, desde las más sorpresivas perspectivas.

Era cápaz de corroer con su ironía; envolver en ingeniosos albures cualquier picardía; personificar a las más diversas figuras del espectáculo... Pero de sus habilidades humorísticas, mi preferida eran las citas. Poseedor de una vastísima cultura popular y memoria fotográfica, era capaz de encadenar citas de personajes tan dispares como El Padre Hidalgo y Piporro, sin errar ni en una letra ó perder el hilo.

El humor era la espada, con la que éste inusual general, conquistaba mundos, superaba peligrosas invasiones y derrotaba a sus enemigos. Estaba convencido de que la vida era un espejo al que había que mirar sonriendo, para que siempre te regresara la sonrisa.

Los pelotones comandados por el General Gandalla, se distinguían siempre por su eficiencia y buen humor, siendo muchos los que deseaban unirse a sus filas. Era fácil saber por qué: Cualquier guerra es menos dura, cuando la peleas a las órdenes de un general bien vestido, simpático, con platica, hacedor de chistes y que además, es capaz de cocinarte un delicioso festín, con lo que sea que encuentre en la mochila de víveres.

Personalmente nunca tuve la suerte de ser una de sus subordinadas, pero compartí con él varios campos de batalla y siempre recibí de mis superiores la misma recomendación: "Si algo se te atora y no puedes solucionarlo sóla, busca el consejo del General Gandalla, él de buen grado te lo dará y si llegase a hacer falta, sabe meter el hombro".

El buen humor con el que afrontaba la vida, le proveía ciertamente de energía suficiente para librar sus luchas y ayudar a ratos en las de otros. Pero sobre todo, le dotaba de una capacidad de cicatrización casi mágica. Este hombre de guerra hubo de librar batallas dolorosas, como el que más; salir con heridas profundas de cada una de ellas y cicatrizarlas en menos de la mitad del tiempo usual, gracias a su buen humor y vena cómica.

Dicen que la vida es demasiado corta para tomársela en serio, Alejandro Gandalla lo tenía muy presente y por eso decidió no perder ni una hora mascuyando lamentos.

1 comentario:

  1. Por estas que mencionas y otras cualidades,es que amo al Gral Gandalla

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Y tu, ¿qué cuentas?