"La vida es demasiado fabulosa, para ser fabulada"
Dominique La Pierre



martes, 8 de junio de 2010

EL TIO POLO

¿Alguno de ustedes ha tenido un tío fantástico, al que quieran, le teman y regañen al mismo tiempo? Yo sí, era mi tío Polo, el hermano mayor de mi mamá.
Leopoldo Araujo E., era un tipo grande y fuerte, amante de la cuba libre y los poemas de Martí. Le gustaba tomar largas duchas, afeitarse con cuidado y salir bien perfumado a comer su desayuno. En la época que yo lo conocí, desayunaba Muesli con All Bran, un Muesli delicioso que traía del "otro lado" y yo me robaba de puño en puño cada tarde.
Leía el periódico todos los días y estaba al tanto de todos los chismes del Sindicato, como correspondía a su oficio.
Cuentan que tenía su lado oscuro, y no lo dudo, pues era de carácter impositivo. En lo personal nunca me tocó experimentar los efectos de sus sombras. Afortunadamente para mí, el tío Polo fue como un regalo de no cumpleaños permanente.
Pocas cosas tan emocionantes, como abrirle la puerta al cartero y recibir una caja con remitente de Tampico o Laredo. Sus paquetes, impecablemente forrados y rotulados,  venían cargados de un juego de sorpresas, siempre bien equilibrado. A mi tío le gustaba pensar en todo.
Primero los dulces, claro está, para que no se aplastaran y porque es lo que más ilusión hace a cualquier niño: Miniaturas de Hershey´s, Kisses, laminillas de chocolate y menta, conitos de dulce de maíz encendidos en colores naranjas y amarillos, Whatchamacallits y otras muchas delicias más.
Después del dulce, los juegos o cuadernos de iluminar, con su correspondiente estuche de crayolas ó colores para que quedarán más bonitos.
Por último la ropa, siempre había alguna blusa o short que estrenar gracias al Tío Polo.
El regalo, tan completo y frecuente, era en sí mismo todo un festejo, pero si pensamos que todo lo que mandaba eran cosas "gringas", en tiempos pre-tratado de libre comercio, para una niña michoacana alejada de la frontera, pues el gusto era aún mayor.
Podía presumir con mis amigas de tener cosas "Americanas". Mejor aún, si la ambición me picaba, hasta podía convertirme en Dealer Chocolatera, pues pocos en ese tiempo tenían posibilidad de vender, a diez pesotes, barras de  Milky Way, Baby Ruth o Almond Joys originales.
Yo agradecía a mi tío por carta, cada regalo que me mandaba, cartas que él siempre contestaba sin demora. Así, se nos hizo la costumbre de mantenernos comunicados por correspondencia.
Cuando me fui al convento, pensaba a menudo en mi buen tío. Le recordaba hinchado de orgullo haciendo recuento de las muy variadas cualidades, logros y reconocimientos obtenidos por sus hijos. 
Tenía cuatro hijos y una historia que contar de cada uno para cada día de la semana. Detrás de cada anécdota, se le escapaba un suspiro muy hondo que terminaba con muchos Mis: ¡Mi hijita tan chula!; ¡mi hijita tan guapa y fregona! ; ¡Mi hijito tan brillante! ; ¡Mi hijito tan inteligente y ca...!
Por circunstancias de la vida, yo sólo conocía a mis primos a través de los suspiros del tío Polo y por supuesto tenía claro que, quién sabe quiénes eran esos huercos, ¡pero eran unos primos chingones!
Mientras estuve en el convento, ante la imposibilidad de entender mi propia vida, decidí buscarle soluciones a la vida de mi tío. ¡Ay la paciencia que me tuvo con tanto sermón! Seguramente habrá pensado, que me había vuelto una monja insufrible, como casi todas las monjas de la tierra: Poseedora de la verdad y criticona. Sin embargo disfrutábamos de nuestra mutua compañía epístolar y él sabía que, en mi petulancia monjil, siempre iba enredado un montón de cariño.
El día que murió, pedí dinero prestado a un amigo, y me lancé a Tampico a darle un último beso. Ahí conocí finalmente a mis primos, los cuatro juntos de zopetón, acompañados de la hermosa Angelina.... Resultaron muy parecidos a lo que imáginaba y aún más simpáticos.
Al verlos pensé que la vida es un mundo de remolinos y espirales, en el que muchas veces no logramos dar lo mejor de nosotros a quienes debemos y terminamos enmendando nuestros momentos de ceguera con otros.
Nadie sabe cómo ni cuándo le tocará su momento de madurar, lo que todos deberíamos saber, es que la vida es infinita y generosa. Siempre pronta a regalarnos una nueva oportunidad para darnos a otros y ayudarlos a crecer. Como a mí se me dió y me creció mi fantástico tío.
Lo sepultamos una tarde en Tampico, y al limpiar su habitación, "alguien" por ahí encontró un folder en el que guardaba mis cartas. Cuando me extendieron la mano para entregarme el paquetito, reconocí su olor y se me antojó pensar, que de tarde en tarde, leía mis sermones y me regalaba un suspiro, con uno de sus "mis" tan suyos.
Quizás suspiraba: ¡Ay mi sobrinita tan mocha!    

4 comentarios:

  1. Tia, está hermoso! me hubiera gustado conocer más a mi abuelo, y sabiendo tan poco de él, conocer tu perspectiva y tu forma de conocerlo trajo de vuelta los pocos recuerdos que tengo de el.

    Gracias por regalarme una mañana con el.
    Te mando un beso,
    Andrea Araujo

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  2. Excelente Doris, gracias por darme la oportunidad de ir conociendo un poco de la familia a la cual me tocó pertenecer, con lo que me has compartido vía facebook y tu blog creeme que ya estoy organizando un estudio de psicogeanalogía de mi...vaya un perfil del porque soy tan afortunadamente disfuncional...Eres una chingona tía ;).

    Ahora entiendo el por que esta incapacidad para detener ciertos impulsos...Puedes engañar a quien sea menos a tu sangre...

    Un abrazo!
    Carlos Collado Zamarrón

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  3. Gracias, ese recuerdo tuyo, para mi, otro de sus MIS, es un retrato que me fuerza a recordarlo y te lo agradezco mucho. me trajo a la mente algo que escrbió Andrea, que era una niña 8 años cuando él falleció, las escribió un año después, me permito apuntarlas pues pocas personas las conocen y también merecen ser leidas
    Luis Araujo

    María Andrea Araujo González, 17 de noviembre de 2000
    TE FUISTE
    Yo te quise muchísimo,
    pero te fuiste.
    Tú fuiste un amor grandísimo en mi corazón,
    pero te fuiste.
    Tú fuiste nada más y nada menos,
    que mi gran abuelo,
    tan querido, tan amado,
    pero te fuiste.
    Yo ahora que lo comprendo
    ya no soy la misma de antes,
    pensando en ti yo era alegre,
    corriendo y jugando,
    pero el día que te fuiste ya no fui la que era antes.
    Te quiero y te adoro,
    pero te fuiste.
    Yo creo que tú
    me quisiste mucho, pero te fuiste .
    Solo te disfruté muy poco tiempo,
    durante 8 años,
    pero eso fue suficiente para conocerte
    y yo, ahora que pasó un año,
    te extraño más que nunca.
    Te quiero y te adoro
    y quiero que lo recuerdes
    porque ahora que estás en el cielo
    tal vez ya me hayas olvidado
    pero yo no a ti.
    Yo sé que tú allá
    estas en el paraíso
    pero yo no, yo no
    y no comprendo lo feliz que estás.
    Tuviste cáncer
    y no pudimos hacer nada
    pues no hay la medicina para curarlo
    y un tal 17 de Noviembre de 1999: te fuiste.
    ¡¿POR QUÉ TE FUISTE?!
    ¡SI TE EXTRAÑO TANTO!

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  4. Bravo Doris, gracias por hacerme recordar al formidable tío Polo, quien para mi, no tenía lados oscuros y si mucha alegría, seguridad y un caracter con el cual aprendí muchas cosas...
    Te quiero
    Dora Collado Araujo

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Y tu, ¿qué cuentas?