"La vida es demasiado fabulosa, para ser fabulada"
Dominique La Pierre



viernes, 11 de junio de 2010

LA VIKINA

Cuando era pequeña, todos los días a las ocho de la noche, sonaba en el televisor la música de La Vikina y yo corría a plantarme enfrente, para ver la Serie Animada de Cantinflas... En la introducción, nuestro amado mimo, hecho caritatura, iba siguiendo a una Maja de estrecha cintura, anchas caderas, porte altivo, boquita de corazón y rizada cabellera color azabache.



Cuando yo veía ir a Cantinflas dando brincos detrás de ella, pensaba que esa mujer era sin duda, la mujer más hermosa del mundo... Nunca imaginé que, a la vuelta de los años, me la toparía de frente un día y  llegaría a ser, casi mi hermana.



Llegué a Cancún un Agosto del 2001 y tras semanas sin conseguir trabajo, finalmente me dieron el dato de una empresa que tenía sus oficinas en un palacio maya... Llegó al registro junto conmigo la preciosa Vikina. Yo no la reconocí de inmediato porque llevaba los rizos atados en una coleta y un blusoncito olgado que ocultaba su cadenciosa cintura. La boquita de corazón me pareció familiar, pero no logré relacionar de dónde me sonaba.



Por azahares del destino, las dos fuimos asignadas a la misma locación de trabajo. Nos sentábamos en unos módulos que nos ponían frente a frente. A mí me parecía una chiquitina muy hermosa, pero como el reglamento mandaba traer el cabello recojido, y el uniforme era un traje cuadrado sin forma.... yo seguía sin descubrir su verdadera identidad.



Me intrigaba esa rara unión de chispa y místerio que convivían en ella; la simpatía y frialdad contrastantes que la caracterizaban, pero no lograba identificar cuál era su nombre. Pasaron los años y nos fuimos haciendo amigas de a poco.

Después de mi divorcio, se me quedó viendo un día sin decir nada, y al Viernes siguiente me estaba invitando a irme de fiesta con ella. Yo accedí de buena gana y en un dos por tres, nos montamos en un tren de vida coqueto, divertido y sumamente aleccionador.

Una de esas noches, salió son sus rizos sueltos, una minifalda ceñida y altos tacones. Caminaba por el antro arrancando suspiros y recogiendo las babas de los que la veían pasar. Cuando empezaba a bailar, dos que tres se caían en la pista, infartados de la emoción. Ella apenas y los miraba; cadenciosa se abría paso sobre de ellos y seguía ligera su vida... Entonces la descubrí: Se alejó caminando a la salida, dejando los rizos flotar y llevando el ritmo de la música con el vaiven de sus caderas. Detrás de ella, varios Cantinflas lampareados, tropezaban en su paso, queriéndola alcanzar, sin conseguirlo.

"Altanera, preciosa y orgullosa...", sonó el mariachi con la voz de LuisMiguel y en ese momento supe por fin su nombre:  Era La Vikina

Hermosa por fuera y por dentro, La Vikina se convirtió en mi complice inseparable, fiel compañera y sabia maestra. Tras varios meses de correrías juntas un día me dijo:

- Cuando te encontré después de tu divorcio, apenas logré reconocerte. Te sentías, triste, fea, amargada... quedaba poco de tí en ese cuerpo. Por eso decidí sacarte de tu cueva y sacudirte la polilla. Ahora has recuperado tu chispa. Pero si alguna vez vuelves a pasar por algo, que amenace con robarse tu escencia, no esperes a que otro venga y te rescate. Dale la espalda a las malas experiencias y empieza pronta a hacer recuento de las buenas - En ese momento me miró con cierto enojo y añadió- La verdad Chiu, ponte a pensar, si alguien aquí tiene una larguísima lista de buenas experiencias y bendiciones que enumerar en su vida, ésa eres sin duda Tú.

La verdad me molestó un poco que me lo dijera en ese tono. Mi enojo fue tal que decidí demostrarle que se equivocaba. Me senté en el escritorio y dividí una hoja en dos columnas. La columna de la izquierda enlistaba las malas experiencias y decepciones sufridas, mientras que la derecha hacía recuento de las buenas.

Lamenté el resultado, que arrolladoramente le dió la razón a La Vikina. La primer columna como mucho llegó a la mitad de la hoja. La segunda necesitó casi un cuaderno entero.

Por alguna morbosa razón, los seres humanos tendemos a archivar con celo todo lo malo que nos pasa en la vida, dando campo al fatalismo perezoso, a la eterna justificación que vuelve a las circunstancias culpables de nuestros fracasos o infelicidades. Pero ¿y qué hay de las buenas circunstancias? ¿por qué no están presentes en el centro de nuestra vida, motivando nuestra voluntad a alcanzar lo que desea y a nuestro corazón a disfrutar el viaje?

Por cada palo recibido hay siempre de diez a cien caricias; por cada lagrima mil sonrisas. Cambiar el enfoque es tan sencillo como enumerar lo bueno. Ayudar a la morbosa memoria, sacar el balance y responder con gratitud a la Vida, con alma de fiesta.

La dueña de la hermosa cabellera y labios de corazón me enseñó a mí lo simple que era. Lección por la que le estoy eternamente agradecida.

Una noche meses después, llegó un viejo Gandalla y se robó a la Vikina, llevándosela muy lejos y dejándome sin compañera de correrías... más no sin fiesta porque la chica misteriosa me dejó la receta para gastar mis días con garbo y picardía.

3 comentarios:

  1. Mi querida y estimada Doris,no me queda duda que recordar es volver a vivir, y más a tu manera,eres fabulosa GRACIAS!!!

    ResponderEliminar
  2. Mil gracias, me alegra que lo disfrutemos ;)

    ResponderEliminar
  3. En verdad estas llena de vida y alegria, y por supuesto de animo y lucha, felicidades amiga eres extraordinaria.

    ResponderEliminar

Y tu, ¿qué cuentas?